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TSUNAMI

CAPITULO V - EL OTRO EXTREMO

Te acercas de manera sigilosa a mi lado sin sospechar yo de tus perversas intenciones. Siento cierta magia en el ambiente que me hace comportarme cual pitonisa y predecir intensos acontecimientos que nos atraparán en una espiral mágica de actos extremos de locura y lujuria. Un mínimo roce es el punto origen de una cadena interminable de intercambios de energías y fluidos que rebosarán nuestros alborozados cuerpos y se traspasarán mutuamente entre estas dos entidades que emanan radiación con sólo mirarse.

Te colocas sobre mi ya muy tensa humanidad, pero sin establecer contacto alguno. Maliciosamente acercas tu piel a tan sólo milésimas de milímetro de la mía, tu energía me produce contracciones y deseos de asirte con fuerza. Imagino lascivas coreografías en mi ya turbia mente. Siento estrellas saliendo desde mis poros y tu sabiamente las atrapas y las conviertes en esclavas de tus designios. Eres una hábil hechicera. La mejor aprendiz de Merlín. Pero con la fuerza, dominio y sabiduría que proyectas puedo asegurar que el alumno siempre supera al maestro. Y tu, consciente de los estragos que causas en mis hormonas me miras fijamente y contorsionas tu nada frágil cuerpo de forma cruda haciéndome sentir la vorágine a la cual seré sometido.

Ya no hay espacio para la piedad, la estrategia de sumisión a comenzado.

Atrapo tus carnosos y esquivos glúteos, de manera grotesca y los aprieto con mucha fuerza contra mi cuerpo. Tu pelvis se incrusta en la mía. Saltan las primeras muestras de tu magia. Lubricas abundantemente toda mi piel ya abrasada del calor que emites. Todos tus roces me aturden como alaridos justo de la base de mis oidos. Tus carnes me abruman, me enceguecen. No permitiré que tus habilidades me dobleguen con tanta facilidad. Tus suspiros y gemidos son cantos de sirena, son cánticos celtas que concentran y atraen las fuerzas de la naturaleza para desbocarlas sobre mí.

Inteligentemente lames mi impacible e impredecible cuello, para doblegarme. Subes lentamente tu lengua hasta llegar a mis ya ardientes orejas ya aturdidas por tanta excitación. Sacudo inútilmente mi cabeza con el afán de desprenderme de tu furia. Muerdes, lames, rozas. Sientes que comienzo a desvanecerme. En un hábil recurso recurro a mis poderosas y expertas manos. Comienzo a hundirlas y desplazarlas suavemente pero intensamente sobre toda tu cintura, tu área lumbar no está preparada para tal excitación. Ya muy excitada te contraes una y otra vez. Llevas tu cabeza hacia atrás sugiríendome que ya comienzo a nivelar la siuación y comienzas a perder control. Son señales de aliento. Deslizo aún más abajo mis manos. Separo suficientemente mis dedos. Sientes el más mínimo detalle de la textura de mi piel. Sientes hasta mis huellas digitales. Son texturas que te hacen sentir que tu condición de deidad comienza a ceder. Desear ser un ente más carnal. Te materializas cada vez más en ansia por sentir el desenfreno.

Tus aberturas me llaman. Claman mi presencia. Y atraen mis dedos hacia ellas. Introduzco poco a poco, lentamente, sublimemente mis dedos en tu ávida cavidad anal. Sientes como atraviesan toda su débil y sensible estructura. Sientes toda su sublime trayectoria. Son cada vez más intensos tus gemidos. Son tan intensos y sugerentes que comienzas a debilitarme. Siento mucha urgencia. Deseo penetrarte urgentemente. Pero no es la estrategia más acertada para el momento. Me debilita demasiado escucharte. Tus guturales sonidos me estremecen y siento mucho descontrol. Los introduzco cada vez más y más profundo. Tu centro de placer te domina completamente. Los muevo sigilosamente alrededor, siento todas tus texturas internas, me tienes atrapado dentro de tí. Involuntariamente aprisionas tus glúteos para potenciar todas tus sensaciones y así evitar una pronta retirada de mis muy bien amaestrados dedos. Los amas, los adoras. Seguidamente extraigo dos de ellos que irán en busca de tus humedades. Un busca de tus ansiosos labios superiores. Tropiezo con un hipersensible clítoris que te hace estremecer hasta tu alma. Te hundes sobre mi piel para soportar dicha carga de placer. Tengo atados tus dos centros de placer, los poseo simultáneamente con mis dedos. Tengo tu sentencia en mis manos. Mis manos se hunden cada vez más dentro de tí. Sientes un calor demasiado intenso. Tus sudores me bañan. Tus olores me agobian. Es imposible resistir tanto placer. Cedes, te entregas.

Te dejas caer suavemete sobre mi. Acción que desencadena una incontrolable sucesión de arrebatos sobre todas y cada una de mis fibras. Eres toda una diosa aunque desees tornarte en el más humano de los seres. Toda tu divinidad se dispersa sobre mí. Me debilitas en grado extremo. Situación que aprovechas para dominarme. Tus manos se acercan lentamente hacia mi entrepierna, recorriendo todas los caminos posibles hasta llegar a ella. En el camino vas dejando trazos de lujuria sobre mi sensible piel. No puedo dominarme. Pierdo el ya escaso control que poseía. Tus manos acarician mis demasiado hipersensibles testículos, los cuales gritaban, se arrodillaban, te rogaban solicitándote caricias. Caricias iconmesurables que sólo tu sabes proporcionar. Fuertes temblores se apoderan de mi cuerpo y mis pupilas se dilatan al extremo. Me convierto en una especie de vampiro que no soporta la más mínima cantidad de luz atravesando sus pupilas. Decido sucumbir a tus hechizos y me quedo en la más profunda oscuridad. Mantengo mis ojos cerrados y te disfruto a plenitud con todos mis otros sentidos. Mis texturas te recorren desde la punta de tus dedos hasta tu hipotálamo, haciéndote sentir una intensa corriente de sensaciones. Sientes cada uno de mis pliegues. Sientes el más mínimo desnivel que caracteriza la piel de mis genitales. Son texuras de seres divinos materializados para hacerte sentir que tengo el poder de convetirte en el ser más carnal que hayas conocido y que el desenfreno borre tus rasgos supranaturales de elfo. Tus hechizos se devuelven en tu contra. No soportas tanto erotismo, tanto placer y comienzas a desvanecerte. Te declaras objeto del hedonismo. Asumes la bacanal como tu estado ideal.

Un cúmulo de feromonas despedidas por tanta estimulación que me infringes penetra agresivamente tu epidermis y hace que emitas una luz celestial que se trasmite como una halo a traves de todos tus contornos. Tus poros no son suficiente canal para drenar esta energía. Es tan intenso que veo el magnífico halo a pesar de mi penumbra autoimpuesta. Sobredosis para mis sentidos. Eres el mago más poderoso sobre la Tierra Media. No existe refugio para tu asedio.

Sorpresivamente destapo tu cuello del velo de cabello que lo oculta y te proporciono un muy suave y extremadamente placentero y sensual mordisco. Es mi mejor arma. Comienzas a sentir como vas perdiendo el control progresivo de tu piernas, tus brazos, tu tronco. Tus fuerzas te abandonan y te dejan a merced de mi voluntad. Caes como hoja de arce en otoño con todo tu peso, desvanecida de intenso placer. Abro las puertas y establezco conexión con la otra dimensión. Siento que tiemblas incontrolablemente en todo tu interior, tu mirada se pierde en el infinito, y tu cuerpo queda allí desvanecido, boca abajo. Te contemplo, te disfruto visualmente, te acaricio con mis ojos siguiendo todos tus contornos. Tus glúteos tan provocativos que me excitan y me elevan a niveles indescriptibles. Estás allí, tendida, en éxtasis, obra maestra de mi propia creación. En reposo, recolectando energías que luego utilizarás para subyugarme y tomar venganza de placer contra el autor de tu delirio.

Olvídate de fantasías, conmigo vives realidades.

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